THE EIGHT HUNDRED
Una guerra que no puede ser olvidada.
¡Buenas tardes mis locos asiáticos!
Hoy hay que tirar la vista hacia atrás y regresar a los años en que Japón y China estuvieron en guerra, realizando actos criminales y totalmente inhumanos en un enfrentamiento que pasó a la historia y que nunca debería ser olvidado. Japón llevó a cabo múltiples atrocidades que han marcado a generaciones de chinos, pero es justo decir que los chinos también tenían a ciertos déspotas entre sus filas que abusaban de su poder para manipular y amenazar a los jóvenes (y no tan jóvenes) a su antojo como bien se demuestra en The Eight Hundred, película de la que vengo a hablaros.
Esta megaproducción china ha visto su estreno retrasado en múltiples ocasiones, pero una vez ha visto la luz nos ha dejado un sentimiento de desolación patente, que puede que no llegue al nivel de "Ciudad de vida y muerte", pero que retrata de una forma sincera muchos de los terribles momentos que se vivieron en la ciudad de Shanghai, donde se vivía un contraste entre lo apocalíptico de la guerra y la cierta distancia de los barrios nobles habitados por los extranjeros y propios chinos. La película es una representación constante de la guerra y ya desde sus primeros minutos nos sumiremos en el caos sin previo aviso. Así pues, no podemos perdernos lo que es un trozo de historia vital para entender un poco más al continente asiático.
Sinopsis: En 1937, ochocientos soldados chinos lucharon bajo el asedio en Shanghai desde un almacén en medio del campo de batalla, completamente rodeados por el ejército japonés. Aguantando varios días los ataques de los nipones, la película nos enseña esos días aciagos desde dentro y fuera del almacén, contándonos los sentimientos y pensamientos de todos los soldados chinos que había tanto dentro del almacén como al otro lado del río que separaba el campo de batalla y un barrio que vivía una vida más normal de lo debido. La perplejidad que viviremos frente a la pantalla se sumará a la desesperación de la propia situación.
Ver como los japoneses torturaban a muerte a todos los rehenes que tenían entre manos sin piedad alguna es algo que nos marcará el visionado de principio a fin, pero ver como ninguno de los dos bandos estaba exento de culpa en lo que fue un conflicto terrible es aún más traumático. Y es que, en una guerra no hay ningún bando ganador, pues todos los pedazos dejados atrás así lo dictaminan. The Eight Hundred es un buen ejemplo de esto mismo, pues su final se siente desalentador a la par qu heroico, porqué no decirlo. Además como en toda guerra siempre hay quién cree que se puede sacar beneficio mientras otros mueren a menos de un kilómetro de ellos mismos, momento en el que nos damos cuenta de que no nos merecemos existir como especie y de que la humanidad es una palabra que se nos queda grande.
Aquella frase en la que solemos afirmar que los animales son más personas que los propios humanos, cobra todo el sentido del mundo con esta historia, pues no podemos estar más de acuerdo una vez vista toda la maldad plasmada en pantalla. Y es que, no solo las balas matan a miles, sino los crueles actos de unos pocos que no sienten nada por todos aquellos que les rodean. ¿Se puede llamar desertor a un chaval que apenas debe haber cumplido la mayoría de edad e intenta salvar su vida a cualquier precio? ¿Puede alguien juzgar el miedo de otra persona? ¿Vale menos una vida que otra por el hecho de no querer cometer un crimen? Muchas preguntas éticas nos asaltan mientras vemos la película.
Ver los contrastes que se dan en The Eight Hundred es algo que nos conmociona casi al mismo nivel que ver caer a plomo cuerpos de soldados desde azoteas de altos edificios, pues no podemos entender como tan solo a unos metros de un conflicto armado puede haber un barrio que vive como si nada sucediese, mirando con frialdad la muerte de sus compatriotas e incluso amigos. Un río separa dos zonas totalmente diferentes en esta película, lo que hace que se nos cuenten historias muy diferentes sin ni si quiera hacer uso de cambios drásticos de plano. En un mismo encuadre podemos ver el horror de la muerte frente al horror de la indiferencia. El cinismo es aberrante.
También cabe mencionar la fría actuación del ejército británico, que más que servir de ayuda agravaba completamente una situación ya de por sí penosa para todos los inmiscuidos en ella. Los británicos hicieron gala de un despliegue de (des)interés desmesurado buscando su propio beneficio a costa de cuantas vidas fuese. No estaban ahí para proteger sino para hacerse los gallitos y fardar de todo aquello que los mismos chinos no podían soñar: la paz. Es fácil actuar así cuando en tu país no había ni la mitad de problemas causados por una guerra e intentabas meter las narices en asuntos que no te inmiscuyen de forma patética.
Y una vez comentado el desastre que supone toda esta situación hay que hablar de unos efectos especiales realmente brutales, muy bien implementados y que consiguen recrear tanto la época como la guerra de una forma bastante fidedigna junto a un apartado sonoro encomiable que sabe meternos en la piel de los soldados con cierta épica. El caos es terrible y la muerte parece una cosa habitual y aceptada fotograma a fotograma. Incluso la fotografía raya a buen nivel con detalles como el color de los caballos en cierta escena que veremos hacia el final del metraje, cuando vemos al coronel montando un caballo negro y al chino en uno blanco. Detalle que dudo sea casualidad dada la puesta en escena.
Es verdad que The Eight Hundred rezuma patriotismo por los cuatro costados, pero tampoco hay que desmerecer una película comercial por intentar ver las cosas desde la perspectiva del bando que la realiza, pus no deja de enviar mensajes muy interesantes de forma constante que más allá de dicho patriotismo consigue plantear dudas muy realistas y factibles. Hay quién no sabe ver más allá de las ideologías que se pueden leer en pantalla, pero tener la mente abierta a la hora de afrontar este tipo de producciones es vital para entender lo que hay tras cada escena. No os dejéis llevar por lo que unos pocos digan y mirad la película con total libertad.
Posiblemente el único punto negativo de la película sea que nunca llegamos a conectar con ningún personaje, dejándonos huérfanos de empatía, ya que veremos morir a tantos personajes sin un trasfondo lo suficientemente profundo para saber de él que no sentiremos nada tras su muerte. El reguero de cadáveres es tan grande que es difícil asentar un juicio sobre cualquier personaje que veamos y eso a veces juega en contra, pero al final el conjunto se aguanta con solidez. También es verdad que es difícil profundizar en una película plenamente bélica que centra sus esfuerzos en tantas partes y en ninguna en particular. Pero, aún así, es digan de ver pese a sus dos horas y media de duración. China es un país milenario con muchas cosas que contar, al igual que Japón. Y como dicen al final: "La guerra siempre es política" y la política (generalmente) nunca trae nada bueno.
Conclusión: The Eight Hundred refleja las consecuencias de la guerra desde dentro del mismo conflicto con una crueldad pasmosa y con una visión que no dista mucho de lo que podemos imaginar de los horrores de un evento así. Aquí se nos explica un trozo de historia asiática (y china en particular) necesaria para concienciar a las nuevas generaciones y para no olvidar los atroces actos que la humanidad ha llevado a cabo a lo largo y ancho del globo. No podemos sino mirar con desolación lo que la guerra destruye y no repetir los mismos errores que se cometieron en el pasado. Muy recomendable.
TRÁILER DE THE EIGHT HUNDRED:
FICHA TÉCNICA Y ARTÍSTICA DE THE EIGHT HUNDRED:
País: China
Año: 2020
Duración: 150 min.
Director: Guan Hu
Guionista: Guan Hu, Kun Hu, Rui Ge
Música: Rupert Gregson-Williams, Andrew Kawczynski
Fotografía: Cao Yu
Reparto: Yi Zhang, Yao Chen, Haoming Yu, Tang Yixin, Zhang Junyi
Productora: Beijing Diqi Yinxiang Entertainment, Huayi Brothers
Distribuidora: CMC Pictures
Género: Acción / Bélico / Drama
Nota: 8'5/10
NO DISPONIBLE EN PLATAFORMAS PARA SU VISIONADO.
NO DISPONIBLE EN BLU-RAY NI DVD EN ESPAÑA.
¡Hasta pronto y dad rienda suelta a vuestra locura asiática!
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