ANTIPORNO

¡Buenas tardes amantes de lo asiático!

Tras muchos días sin actualizar el blog, vuelvo a la carga con un director que me encanta, Sion Sono. En esta ocasión vamos a hablar de una de sus películas más arriesgadas, llamada Antiporno, que nos introduce de lleno en uno de los temas que más preocupan en Japón hoy en día, el papel de la mujer dentro de la industria. Las mujeres, que son tratadas como simple carnaza para el porno y otro proyectos eróticos en el país nipón, tienen en esta película su reflejo más obsceno y acurado. A modo de protesta contra ello, Sono nos propone una película crítica y afiladamente inteligente.

Llevándonos a la locura más extrema en tan solo una hora y cuarto de película, el director consigue que nosotros mismos acompañemos en este tour de force de Ami Tomite al lado más oscuro de la fama, la interpretación y de sus consecuencias. Sin salir de una simple habitación en casi todo el metraje, la angustia, la desesperación y la soledad se palpan con una crudeza inexplicable. Llena de color y de una fotografía excelente, Antiporno consigue revolvernos por dentro con unas interpretaciones que nos harán levantarnos a aplaudir en nuestras propias casas.

ANTIPORNO

Kyoko es una artista de prestigio, joven y bella, que mantiene una sádica relación con su asistente... hasta que alguien grita “¡corten!”, y la personalidad de la protagonista se escinde en varias capas de delirio. Sion Sono relee el género del roman porno, usándolo como vehículo para pergeñar un alucinante manifiesto sobre la situación de la mujer en la sociedad japonesa. Esta autocrítica voraz a la industria que rodea al cine es tan inteligente como inquietante. En Antiporno veremos muchos momentos de locura, pero también un retrato muy fiel al papel de la mujer dentro de Japón, un país que tiene altos índices de machismo.

Japón tiene una de las culturas más singulares y únicas del planeta, pero dentro de toda cultura hay siempre ciertos defectos que hay que saber arreglar antes de que se vuelvan demasiado negativos. El machismo anteriormente mencionado es una de las grandes lacras del país nipón (y de muchos otros países de Asia como Corea del Sur o China) y aunque estemos en 2018, es algo que aún se ve cómo algo normal en dicho país. Este problema ha llevado a muchos artistas a crear historias como la que hoy nos ocupa e intentar así cambiar una mentalidad cerrada que no se puede permitir en un país tan avanzado como Japón.

Así pues, estamos ante una cinta necesaria y muy atrevida, ya que en definitiva, esta película no es para todos los públicos, ni mucho menos. Hay muchos mensajes implícitos en ella, pero si queremos cazarlos todos al vuelo, deberemos verla varias veces para analizar a qué se debe cada situación, cada escena y cada plano. Su puesta en escena no tiene un color tan llamativo por nada, sino para poder resaltar una múltiple personalidad en nuestra protagonista que se muestra como eje central de esta historia. Su desesperación, locura y soledad son las bases de un guión que sabe como ponernos en situación.

Uno de los motivos por los que digo que esta película no es para todos los públicos, es por contener altas dosis de sexo, vejación y tortura psicológica. Gracias a esa ambientación tan angustiosa, el director nos enseña como, aunque todo lo que nos rodea puede ser bonito o vistoso, nuestro corazón puede sentir cosas muy diferentes. Nuestra protagonista se dirime entre la vida y la muerte, el ser y el no ser, entre la realidad y los sueños. Cuando una actriz ha hecho tantos papeles durante su vida, al final puede llegar el momento en el que ni ella misma sepa quién es, en el que no sepas discernir lo que es una escena de un rodaje o lo que es tu propia vida. En ese límite es donde la película se mueve con fluidez.

Puede parecer una tarea complicada seguir el hilo de una película así, pero si estamos concentrados en todo lo que va sucediendo en ella, nos quedaremos perplejos y sorprendidos de como algo tan complicado como lo descrito más arriba se torna tan sencillo. La película está plagada de obscenidades, malas palabras y humillaciones varias, pero todo ello es necesario en un contexto como en el que nos encontramos. Sentiremos lástima, impotencia y desidia en cuanto a nuestra protagonista (Ami Tomite), pero lo que está claro es que llena la pantalla como ninguna otra. Su carisma es indudable.

Sion Sono siempre ha sido un director arriesgado, controvertido, mucho más que otros que lo intentan y se quedan a medias. Él ha conseguido siempre crear una opinión o un debate entre su público, sea éste bueno o malo. Esa es una de las características de su cine, la de no dejar a nadie indiferente y Antiporno es otro ejemplo claro de ello. Japón vuelve a demostrar que incluso para hacer cine es un país como ningún otro y ojalá algún día demuestre que está a la altura de su avanzada sociedad en algunos aspectos. Mientras tanto disfrutemos de un genio que algunos no alcanzan a entender como es Sono y haceros esta pregunta: ¿Qué es la libertad?

Conclusión: Antiporno es una película diferente, inteligente y llena de momentos loquísimos. Gracias a la magistral actuación de Ami Tomite conseguimos quedarnos embelesados. Técnicamente intachable, Sion Sono nos regala una autocrítica audaz sobre la mujer y nos perturba a cada minuto que pasa. Es lasciva, sí, pero también necesaria.

TRÁILER DE ANTIPORNO:

FICHA TÉCNICA DE ANTIPORNO:

Título original: Anti-Porn (Antiporno)

País: Japón

Año: 2016

Duración: 78 min.

Director: Sion Sono

Reparto: Ami Tomite, Mariko Tsutsui

Género: Drama / Erótico

Nota: 8/10

Twitter: @myasianmadness

¡Hasta pronto y a ver mucho cine asiático!