UNA FAMILIA DE TOKIO

¡Buenas tardes amantes de lo asiático!

Hace muchos, muchos años, tantos que se han convertido en décadas, se estrenó Cuentos de Tokio, una película de uno de los grandes maestros del cine mundial y uno de los más sensibles y detallistas directores que han existido, Yasujiro Ozu. En 1953 como digo, se estrenaría una película que pasado el tiempo y la historia quedaría en el recuerdo de muchos de los que vivieron aquella época y que alguna vez sufrieron esa dicha en su vejez. Hoy repasaremos su remake, llevado a cabo por Yôji Yamada, un director que lleva años demostrando estar al nivel del cine de Ozu y que esperamos que siga así. 

Una familia de Tokio es un homenaje que intenta hacer justicia a aquella gran película del 53, demostrando que no solo Ozu fue capaz de conmovernos y que demuestra que sigue habiendo gran calidad pasadas las décadas, manteniendo intactos todos los sentidos de este género tan íntimo del cine. Aquellos fans del cine costumbrista y a su vez bello tanto en sus imágenes como en sus formas deberían echar una ojeada tanto a esta película como a la carrera de ambos directores. Nadie mejor que ellos dos para llevar a cabo un tipo de películas que hacen falta para tener memoria histórica y familiar de un país muy rico en ella. Yôji Yamada coge el relevo de Ozu y nos transporta a las profundidades de nuestros corazones.


UNA FAMILIA DE TOKIO




El viejo Shukichi Hirayama (Hashizume) y su esposa Tomiko (Yoshiyuki) viven en una pequeña isla. Aunque no les gusta la vida urbana, van a Tokio a pasar unos días con sus hijos. El mayor (Masahiko Nishimura) dirige un hospital; la mediana (Tomoko Nakajima) es dueña de un salón de belleza, y el pequeño (Satoshi Tsumabuki) trabaja en el teatro. Y la moraleja de esta historia es lo más importante, buscadla e intentar comprender el precioso significado que nos aporta.

En un mundo en el que ya no se disfruta la vida y en el que se corre y vuela en vez de saber apreciar los pequeños momentos que nos hacen felices, Una familia de Tokio se centra en ese momento en que nos damos cuenta que la vida es preciosa y que hay que saber afrontarla con una nueva visión, y me refiero a ese momento en el que se entra en la tercera edad, la vejez. Esa etapa que nos acerca al final de nuestros días, pero que es bellamente sensible por la nostalgia, los recuerdos y los sentimientos que se mezclan en unos días que nos permiten reflexionar sobre todo lo vivido.




La familia que se nos presenta en la película representa dos mundos totalmente opuestos. El primero, el de las personas que vivimos en las nuevas modernidades y que estamos absorbidos tanto por nuestros trabajos como por nuestros propios problemas sin prestar atención a la gente que de verdad nos quiere y nos debería importar. El segundo, el de los abuelos, aquellas tiernas personas que solo piensan en el bienestar de los suyos, de aquellos que creen que deben cuidar y que lo suponen todo para ellos, la familia. Esos dos mundos colapsan en la película, enseñándonos cuan egoístas pueden ser los primeros en cuanto a los segundos y cómo afrontan los últimos esos momentos.

Si algo me gusta de esta película es ver el viaje que emprenden ambos protagonistas en pos de la familia. El íntimo e interior viaje que deciden hacer para poder ayudar a los suyos y como deciden ocupar su tiempo. Esta es una película pequeña a la vez que grande, no tiene efectos especiales ni elementos rimbombantes, simplemente es como la vida misma. No pretende fardar de nada, solo quiere hacernos llegar el realismo de la vida tal y como es, con sus defectos y con sus virtudes, pero sobretodo tal y como la sentimos. No hay nada más natural que afrontar una película como si fuera la vida misma.




Yôji Yamada no es un maestro por haber aportado originalidad o elementos sorprendentes, sino por saber transmitir una serie de sentimientos con sus imágenes y su cine que muchos directores ni sueñan con llegar a hacer algún día. Se nota que lo que cuenta lo ha vivido, o que como mínimo lo entiende a la perfección, habla desde su propia experiencia, desde lo que él mismo ha experimentado, y por eso, su carrera ha sido tan destacable. Cada una de sus películas es puro arte, pura realidad y puro sentimiento. El cine de hoy en día suele carecer de eso, y por ello esta película aún luce más.

Además, si todo ello no es suficiente para convenceros, puedo decir que técnicamente es sólida y muy trabajada. No hay errores y no hay nada que destripar, es un trabajo perfecto y formal en todos los sentidos. Aquí la cuestión no es valorar lo técnico sino lo que se extrae como moraleja. Como decía al principio, se pueden extraer varios mensajes y varias moralejas, y en ello tenemos que quedarnos. Es un cine de auto-reflexión que os hará pensar durante días después de haber acabado la película y un cine que os puede sorprender si nunca lo habéis consumido. Una familia de Tokio no es un cine que todo el mundo pueda comprender, pues es adulto y maduro, y por lo tanto, hay que saber interpretarlo como es debido.




Otro de los elementos que cabe destacar son las interpretaciones de nuestro dúo protagonista, unos actores que saben sacar jugo a cada uno de los minutos que están en pantalla aportándonos unas dosis de ternura y calidez que sorprenden, pero que sabemos que iban a ser así, pues la experiencia es un grado y estos dos tienen un gran recorrido en esto llamado cine. La elección de casting es todo un acierto y esta película no se podría entender sin ellos dos, por lo que el trabajo del equipo de Yôji Yamada es más que sobresaliente en ese aspecto también.

Los nombres de este dúo son Isao Hashizume y Kazuko Yoshiyuki. Al primero lo pudimos ver recientemente en una gran película llamada El tercer asesinato (que entró en mi top 10 a mejores películas del pasado año) que recomiendo a todos, pero su carrera ha tenido varios éxitos como Kiseki, Después de la tormenta (ambas de Hirozaku Koreeda) o Tampopo. A la segunda, la actriz Kazuko Yoshiyuki, la pudimos encontrar en películas igualmente grandiosas como la oscarizada Despedidas o siendo protagonista de El imperio de la pasión.




De Yôji Yamada os recomiendo Kabei (una película muy parecida a la que hoy nos ocupa), The hidden blade, una historia de samuráis que junto a su El ocaso del samurái son dos de las mejores películas del Japón feudal del cine moderno y A class to remember, que después obtendría tres secuelas más. Así pues, espero que disfrutéis de la vida misma en esta obra que quedará para siempre en el recuerdo. Ozu y Yamada de la mano para traernos lo mejor del cine.


TRÁILER DE UNA FAMILIA DE TOKIO:




FICHA TÉCNICA DE UNA FAMILIA DE TOKIO:

Título original: Tokyo kazoku (Una familia de Tokio)
País: Japón
Año: 2013
Duración: 146 min.
Director: Yasujiro Ozu
Reparto: Isao Hashizume, Kazuko Yoshiyuki, Yû Aoi, Tomoko Nakajima, Yui Natsukawa
Género: Drama / Familia
Nota: 8'5/10


¡Hasta pronto y a ver mucho cine asiático!


Comentarios

Entradas populares