THE TABLE
¡Buenas tardes amantes de lo asiático!
THE TABLE
The Table hace que nos quedemos hipnotizados con sus delicados planos mientras asistimos a conversaciones de lo más mundanas, pero que entrañan una extraña sensación de incomodidad por su perfecta naturalidad. Esta película de pequeña factura y modesta producción demuestra una vez más que gran parte del grueso más interesante del cine coreano existe en las pequeñas producciones, las cuales consiguen acercarse mucho más al espectador, al tener una visión mucho más terrenal de lo que les rodea. En la película de hoy, eso ocurre de principio a fin, pues parece como si una cámara hubiese entrado en cualquier café a escuchar conversaciones que cualquiera de nosotros podríamos tener alguna vez en nuestra vida.
Gracias a esa sutil sencillez en su propuesta, la película conseguirá que nos sintamos parte de cada palabra que nuestros personajes dejen ir por sus labios al entender cada una de las sensaciones que nos intentan transmitir. Desde la incomodidad que causa la primera historia a la intensa inseguridad de la segunda, pasando, antes de llegar a su inevitable cuarta historia, por una conversación inesperada en el tercer acto. Cada una de ellas tiene algo que ofrecernos, algo que nos deja pensativos a la vez que hipnotizados. El interés además comienza a crecer desde sus primeros minutos, pues al ver que todo lo que vamos a presenciar ocurre alrededor de una bella mesa tallada en lisa madera, nos daremos cuenta de la gran cantidad de verdades que se van a reflejar sobre el gran ventanal que la resguarda. Además, hay que ser conscientes del gran talento que hay que tener como guionista para conseguir que los espectadores de esta obra nos quedemos enganchados por tan solo unos diálogos y una localización.
Lo que en principio puede parecer un poco aburrido al dejar claro que la "acción" esta película no se mueve del lugar donde se desarrollan las conversaciones, se convierte en un extraño divertimento que nos otorga un agradable rato frente a nuestras pantallas. Pero, no solo de su composición hay que hablar, sino también de unas interpretaciones que rozan la perfección. Jung Yu-Mi, protagonista de la primera historia consigue realizar un trabajo espléndido gracias a representar de una forma impecable la imagen que tenemos de una persona famosa y saber así entregarnos detalles y matices de como se sienten dichas personas en la intimidad. Esta actriz, consigue contarnos su propia vida a través de sus ojos y sus escuetas frases, las cuales contienen mucho significado gracias a sus expresiones faciales, que cuentan muchas más verdades de las que podremos legar a escuchar.
Y de esos momentos de incómoda quedada con un amigo, pasaremos a una segunda historia que no baja el nivel ni un ápice, al ver como una joven pareja se reencuentra después de mucho tiempo con unos sentimientos mútuos muy claros. La potencia narrativa de esta segunda conversación se encuentra en la declaración de sentimientos de ambos sin necesidad de oír las palabras "amor", "te quiero" o "pareja", consiguiendo que como público nos demos cuenta de su amor con simples gestos y frases que esconden mucha honestidad. Y es que, en la mesa alrededor de la cual se reúnen sus clientes hay cabida para todo, desde el amor a la amistad pasando por la tristeza absoluta. Una tristeza que palparemos en una tercera historia en la que se mezclará dicho sentimiento con el amor maternal, al presenciar la inevitable lluvia de recuerdos que vivirán sus dos mujeres frente a sus respectivas tazas de dulce café. Nunca es tarde para reencontrar ese amor maternal ni para admitir que a veces nos hace falta una figura materna.
Y con sensibilidad acaba la película, al presenciar como una pareja que siempre estuvo enamorada debe renunciar a pasar el resto de su vida juntos por una serie de decisiones que los llevaron por caminos opuestos a sus sentimientos. Llegados a este punto os habréis dado cuenta que mi reseña contiene una constante al recalcar que todo gira entorno a lo delicado, sutil y sentimental, así que si os quedáis con esos tres elementos, tendréis una descripción muy próxima a lo que es The Table. A veces la más bella poesía reside en las cosas más triviales de la vida, en esos momentos en los que nos tomamos un café en la tranquilidad de nuestras mañanas, o en aquellos en los que damos un paseo nocturno para encontrarnos a nosotros mismos. Cualquier momento de nuestra vida es parte de una obra que aún está por escribir. The Table solo nos enseña que nunca debemos olvidar todo lo que hemos vivido, pues nos puede enseñar nuestro camino a un futuro no tan incierto.
En estos días previos a la primavera el ánimo se torna mucho más animado y romántico si cabe, por lo que quiero hablaros de una película que aunque no sea un pozo sin fondo de alegría, contiene cuatro historias de gran realismo y naturalidad que nos cuentan las conversaciones de cuatro personas que se reencuentran o se conocen por primera vez en un pequeño café. Este drama coreano es una propuesta bellísima en sus planos que nos hace pasar un rato agradable a la par que interesante.
The Table es el nombre de esta pequeña producción, la cual sorprende por su natural solidez. La historia, que consta solo de tranquilas conversaciones entre diferentes personajes en un café, consigue hacernos pensar en nuestras amistades, familia y parejas pasadas, creando una extraña sensación de nostalgia inesperada en nosotros. Pero donde reluce la extrema calidad de esta película, es en sus formas, pues asistiremos a verdadera poesía visual en todos y cada uno de sus planos. Un gozo para todos los sentidos que no podemos dejar a un lado.
THE TABLE
The Table sigue varias conversaciones entre cuatro parejas que quedan en un café donde compartirán reencuentros, secretos, memorias y otros temas bajo la perfecta tranquilidad de un barrio residencial. Tras la sutil mirada de la cámara de Kim Jong-Kwan, director de esta preciosa cinta, conoceremos a los diferentes personajes de estas cuatro historias y viviremos junto a ellos algunas decisiones que no pueden estar más cercanas a la realidad. Con una fotografía de altos vuelos, esta fue una de las más gratas sorpresas de 2016, año en que explotó la calidad abrumadora del cine coreano con películas como The Handmaiden o The Wailing; pero que dejaron cabida a pequeñas poesías visuales como la que hoy nos ocupa.
The Table hace que nos quedemos hipnotizados con sus delicados planos mientras asistimos a conversaciones de lo más mundanas, pero que entrañan una extraña sensación de incomodidad por su perfecta naturalidad. Esta película de pequeña factura y modesta producción demuestra una vez más que gran parte del grueso más interesante del cine coreano existe en las pequeñas producciones, las cuales consiguen acercarse mucho más al espectador, al tener una visión mucho más terrenal de lo que les rodea. En la película de hoy, eso ocurre de principio a fin, pues parece como si una cámara hubiese entrado en cualquier café a escuchar conversaciones que cualquiera de nosotros podríamos tener alguna vez en nuestra vida.
Gracias a esa sutil sencillez en su propuesta, la película conseguirá que nos sintamos parte de cada palabra que nuestros personajes dejen ir por sus labios al entender cada una de las sensaciones que nos intentan transmitir. Desde la incomodidad que causa la primera historia a la intensa inseguridad de la segunda, pasando, antes de llegar a su inevitable cuarta historia, por una conversación inesperada en el tercer acto. Cada una de ellas tiene algo que ofrecernos, algo que nos deja pensativos a la vez que hipnotizados. El interés además comienza a crecer desde sus primeros minutos, pues al ver que todo lo que vamos a presenciar ocurre alrededor de una bella mesa tallada en lisa madera, nos daremos cuenta de la gran cantidad de verdades que se van a reflejar sobre el gran ventanal que la resguarda. Además, hay que ser conscientes del gran talento que hay que tener como guionista para conseguir que los espectadores de esta obra nos quedemos enganchados por tan solo unos diálogos y una localización.
Lo que en principio puede parecer un poco aburrido al dejar claro que la "acción" esta película no se mueve del lugar donde se desarrollan las conversaciones, se convierte en un extraño divertimento que nos otorga un agradable rato frente a nuestras pantallas. Pero, no solo de su composición hay que hablar, sino también de unas interpretaciones que rozan la perfección. Jung Yu-Mi, protagonista de la primera historia consigue realizar un trabajo espléndido gracias a representar de una forma impecable la imagen que tenemos de una persona famosa y saber así entregarnos detalles y matices de como se sienten dichas personas en la intimidad. Esta actriz, consigue contarnos su propia vida a través de sus ojos y sus escuetas frases, las cuales contienen mucho significado gracias a sus expresiones faciales, que cuentan muchas más verdades de las que podremos legar a escuchar.
Y de esos momentos de incómoda quedada con un amigo, pasaremos a una segunda historia que no baja el nivel ni un ápice, al ver como una joven pareja se reencuentra después de mucho tiempo con unos sentimientos mútuos muy claros. La potencia narrativa de esta segunda conversación se encuentra en la declaración de sentimientos de ambos sin necesidad de oír las palabras "amor", "te quiero" o "pareja", consiguiendo que como público nos demos cuenta de su amor con simples gestos y frases que esconden mucha honestidad. Y es que, en la mesa alrededor de la cual se reúnen sus clientes hay cabida para todo, desde el amor a la amistad pasando por la tristeza absoluta. Una tristeza que palparemos en una tercera historia en la que se mezclará dicho sentimiento con el amor maternal, al presenciar la inevitable lluvia de recuerdos que vivirán sus dos mujeres frente a sus respectivas tazas de dulce café. Nunca es tarde para reencontrar ese amor maternal ni para admitir que a veces nos hace falta una figura materna.
Y con sensibilidad acaba la película, al presenciar como una pareja que siempre estuvo enamorada debe renunciar a pasar el resto de su vida juntos por una serie de decisiones que los llevaron por caminos opuestos a sus sentimientos. Llegados a este punto os habréis dado cuenta que mi reseña contiene una constante al recalcar que todo gira entorno a lo delicado, sutil y sentimental, así que si os quedáis con esos tres elementos, tendréis una descripción muy próxima a lo que es The Table. A veces la más bella poesía reside en las cosas más triviales de la vida, en esos momentos en los que nos tomamos un café en la tranquilidad de nuestras mañanas, o en aquellos en los que damos un paseo nocturno para encontrarnos a nosotros mismos. Cualquier momento de nuestra vida es parte de una obra que aún está por escribir. The Table solo nos enseña que nunca debemos olvidar todo lo que hemos vivido, pues nos puede enseñar nuestro camino a un futuro no tan incierto.
Conclusión: The Table es un relato corto que nos cuenta cuatro historias que en un principio parecen triviales, pero que consiguen incomodarnos por su naturalidad. Diferentes parejas componen una cinta de lo más original, sin efectos especiales, sin florituras, simplemente con palabras; pero con una fotografía que es un deleite visual. Un drama muy interesante que se pasa en un suspiro. Una maravillosa recomendación para el florecer de la próxima primavera.
TRÁILER DE THE TABLE:
FICHA TÉCNICA DE THE TABLE:
Título original: Deo Te-i-Beul (The Table)
País: Corea del Sur
Año: 2016
Duración: 72 min.
Director: Kim Jong-Kwan
Reparto: Lim Su-Jeong, Jung Yu-Mi, Han Ye-Ri, Jung Eun-Chae
Género: Drama
Nota: 9/10
Twitter: @myasianmadness
¡Hasta pronto y a ver mucho cine asiático!
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